Llegan las fiestas navideñas y con elles se avivan los
recuerdos de antaño y también de los que ya no están entre nosotros. Es por
esto que muchas personas odian la Navidad, pues para ellos es revivir y
experimentar una cascada de emociones y sentimientos ante una silla que queda
vacía en la mesa familiar. Es lo que algunos ya conocen con el síndrome de la
silla vacía.
Llanto, rabia, aflicción, desesperación, soledad, culpa,
negación o incluso alivio son sentimientos normales y sanos que aparecen cuando
una persona nos deja para siempre. ¿Pero qué podemos hacer ante una silla
vacía? ¿Qué actitud debemos tomar? ¿Qué pasa si la persona más afectada por
esta pérdida no quiere compartir o celebrar las fiestas? ¿El día de la
celebración hay que hablar de ello abiertamente o pasar de puntillas?
Los expertos recomiendan no juzgar y sobre todo que cada uno
decida según sus sentimientos, dejando que cada uno elabore su propio duelo, un
proceso natural. Muchos optaran por salir de viaje e irse lejos del escenario
habitual de sus celebraciones, otros se quedaran en casa y algunos apostarán
por innovar en las tradiciones familiares y reinventarse tras la pérdida de ser querido.
Poco a poco con el tiempo echaremos la vista atrás, pero no
para revolcarnos en el dolor por la persona que se ha ido, sino para ver cómo
hemos avanzado en nuestro proceso de duelo. En algunas familias y grupos de
amigos que han perdido alguno de sus integrantes, en las celebraciones
familiares, pese al paso del tiempo, optan, deliberadamente por dejar una silla
vacía en recuerdo del que ya no está, una acción que no se hace desde la rabia,
el dolor y la tristeza, sino como signo de homenaje, estimación y en memoria
del que ya no está.
En nuestro centro Koré podemos ayudar a estas personas a
sobrellevar este proceso de duelo y ayudar con osteopatía craneal, reflexología
y un tratamiento de Flores de Bach a liberar las emociones internas y sacar el
peso del dolor, la tristeza o la rabia que una situación así puede provocar.
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