El joven John Upledger trabajó durante varios años
investigando sobre niños autistas.
Definía al autismo como la incapacidad de expresar
amor hacia otras personas. Por eso el autista evita el contacto social.
Sus métodos de trabajo: tacto suave, observación
no invasiva, implicación personal, empatía, buenas intenciones, fueron desarrollados
para conseguir acercarse a estos niños.
Observó también que los autistas detectaban la actitud del
terapeuta, de modo que para evitar el rechazo, había que acercarse a ellos con
amor, paciencia y ternura.
Junto a su equipo observaron restricciones
importantes en la base de la bóveda craneal que, al ser liberadas, provocaban
la relajación y el cese automático de las conductas autodestructivas.
Su teoría es que esos niños sufrían un dolor tan
insoportable que la autoagresión representaba un alivio.
La investigación se llevó a cabo con 26 niños. En
todos los casos se pudieron apreciar mejoras en la comunicación, actitud y
expresión de sentimientos. Se aplicaron diversas terapias manuales pero la que
dio siempre mejores resultados fue la Terapia Craneosacral. Las técnicas de
Liberación Somatoemocional surgieron como resultado de estos trabajos.
Para ampliar información sobre el tema
recomendamos el libro: Liberación Somato-emocional de John E. Upledger.
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