Como
en esa época carecía de experiencia en este tipo de casos me ofrecí, sin
compromiso para sus padres, a practicar Reflexología Podal y masaje combinados
con esencias florales.
Al
principio realizamos 3 sesiones por semana y antes de un mes, la niña comenzó a
reaccionar a su entorno, a caminar (con dificultad) y a tener expresión en la
cara. Por primera vez expresó un “no quiero” dándome un manotazo y rompiéndome
las gafas, lo cual fue una alegría para mí, porque Marta hubiese sido incapaz
de hacer eso antes del tratamiento.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVkS4eScUOu1vKUEY2-8-DAyUB3PDPLB97eDkEbsQmkybnIgyp5zts1DzQEQNp0Qt8JGjBgCeqmeBxDPMzmpfKA-KR3TgCEN1QVx0d2F7k4ZBIkFc-HtxJvyXksiKFWqtWVyfPU8bgk_s/s1600/tricicle-m.jpg)
Como
ejemplo: a los 3 meses del tratamiento le regalaron una bicicleta (triciclo), se la enseñaron pero no la dejaron jugar con ella. En
la madrugada, los padres se despertaron
asustados al oír ruidos extraños en la casa. Era la niña que había salido de la
cuna, se había subido en el triciclo y estaba dando vueltas por el salón. El
único problema es que no sabía como parar.
El tratamiento
duró un año y medio. Después los padres decidieron terminar el tratamiento.
La
evolución de Marta se interrumpió y sus capacidades quedaron estancadas en el
punto donde lo dejamos.
Han
pasado casi 15 años, puede caminar y hablar, aunque con poco vocabulario. Es
capaz de defenderse y plantar cara a las situaciones, si bien tiene
limitaciones, estas están muy alejadas de la inmovilidad y el bloqueo total con
que llegó a nuestro centro.
Hemos
tenido noticias suyas por un familiar y sabemos que de vez en cuando aún
pregunta por nosotras y recuerda el nombre de todas las personas que la
atendimos.
Gracias
Marta por confiar en nosotras y sobre todo en ti misma.
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