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En el norte y centro de Europa estas técnicas vienen
empleándose tradicionalmente desde siempre, entre nosotros fueron durante mucho
tiempo consideradas como simplezas, supersticiones o lujos para clases
pudientes, pero actualmente han conseguido un merecido prestigio gracias al
buen trabajo tanto técnico como ético de los terapeutas.
Inevitablemente, este prestigio ha sido explotado por falsos
expertos que, con titulación o sin ella, las han convertido en campo libre para
las malas prácticas en todos los sentidos.
Pero ¿cómo se pueden distinguir a unos de otros? Os
ayudamos con algunos consejos para elegir terapeuta, esteticista o escuela.
Consejos para la elección de terapeuta
Puede iniciar la búsqueda en Internet ya que la mayoría de
centros de terapias disponen de una página web o tiene presencia en las redes
sociales.
La recomendación de amigos o familiares que hayan disfrutado
de tratamientos con éxito es otra buena fuente de información.
Antes de empezar debe hablar con el terapeuta o con la
dirección del centro que deberán responder a sus dudas y le pedirán información
acerca de las razones de su visita. La
atención anónima (sin ficha de cliente), la falta de interés por las
circunstancias personales del usuario y la aplicación mecánica e igualitaria de
los masajes es síntoma de una mala preparación del profesional o una mala
praxis del centro que lo acoge.
Los precios pueden ser un indicativo de lo que vamos a
encontrar. Debemos recordar que los precios demasiado bajos o los regalos no
suelen ser obra de profesionales competentes que, como cualquier persona,
necesitan medios para vivir y mantener sus instalaciones. No es normal que el
trabajo de un terapeuta diplomado cueste menos que cualquier otro técnico.
Las instalaciones deben ser adecuadas, nunca descuidadas y
no necesariamente lujosas, pero disponiendo de todo el material necesario en
óptimas condiciones. El ambiente debe invitar a la calma. Los productos
empleados serán siempre de tipo profesional.
El exceso de ambientación exótica, abuso de perfumes o la
presencia de servicios añadidos que nada tengan que ver con el masaje, no es
buena señal como no lo es la publicidad que nos invita a “mimarnos” si lo que
buscamos es que nos ayuden con nuestra lumbalgia.
Deben tratarle como a un ser humano, ni como príncipe ni
como mendigo ya que uno solo recibe
adulaciones y lisonjas y el otro es tratado como una máquina sin sensibilidad y
en ningún caso recibirán el masaje que les conviene. Desconfíe de ambos
extremos.
Otra pista: el olor de un centro profesional es
característico: esencias de hierbas, linimentos...
Un profesional se preocupa por su salud por lo que no es
inusual que le derive a otros especialistas (naturópatas, acupuntores o
médicos) si ve razones para ello.
Como siempre, consejos muy interesantes.
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